La esencia espiritual, imperecedera, que vive sólo un tiempo encarnada en nuestra materia, se conoce también como mónada.
Es la parte que perdura más allá de la desaparición física y vuelve a encarnar tantas veces sea necesaria a su evolución.
Luego queda en los niveles sutiles de existencia, y sigue evolucionando, hasta llegar a integrarse a las Máximas Jerarquías.
No debemos confundirla con el alma, que tiene características “más terrenas” y está formada por los sentimientos, la personalidad, temperamento y la experiencia de esta vida.
Cuando nos referimos a las almas gemelas, debemos diferenciar esa definición como algo netamente espiritual, muy distinta de la costumbre terrena y muy frecuente, de llamar así a nuestra pareja ideal y donde se le atribuye esa calidad o función (a nuestro lado) a la primera persona de la cual se enamora y encuentra mucha afinidad. Ya que las almas gemelas pueden estar encarnadas con el mismo sexo, y distintos tiempos y países y no conocerse nunca físicamente. Mucho menos formar una pareja. No es esa la idea.
Las afinidades de principios, conductas, gustos, actitudes frente a la vida y al semejante, e incluso de profesiones o vocaciones, sólo pueden deberse a las almas hermanas. Un menor vínculo y grado de igualdad que el de las almas gemelas.
Aunque su encuentro sea muy propicio para realizar más fácil y acompañado el camino evolutivo individual de cada esencia encarnada. Pero no implica haber partido del mismo núcleo.
Aquí también podemos confundirnos con los nacimientos de los cuerpos físicos, que sí, provienen de la misma madre, tanto siendo hermanos, mellizos y gemelos idénticos.
Las almas gemelas se generan con la división inmaterial de un sólo núcleo espiritual que va a encarnar en distinto cuerpo, para seguir su derrotero de evolución y no necesariamente para encontrar a su mitad y ser una pareja humana. Recordemos que: las esencias siempre son andróginas.Ya que pueden encarnar en cuerpos del mismo sexo, individualmente y ser en su vida terrenal, absolutamente heterosexuales.
La razón de esta “coincidencia” es muy simple: cada parte, cada alma de esa esencia dividida, tiene que vivir experiencias diferentes, pero aún con el mismo sexo que han llegado a encarnar.
Ahora bien, de ser necesario al Plan Evolutivo Mayor, se suele dar la circunstancia especial de llegar en distintos cuerpos, y lógicamente con distinto sexo, para conformar una pareja. Esto les permite, incluso, procrear un vehículo material (cuerpo humano) para una tercera mónada que necesite trabajar en este plano y los elija como padres por considerar válido su similar nivel evolutivo.
Pero… a no desilusionarse. Tu pareja puede ser encantadora, dulce, generosa, altruista, servicial, pero tal vez está muy lejos se ser tu alma gemela. Eso no la desmerece, solo la reubica en el Orden Mayor que no maneja la pasión ni los sentimientos del hombre. Son mecanismos de origen divino y con fines más universales que quererse mucho.
Ama a quien sientas en tu corazón, pero no pretendas encontrar el alma gemela para ser feliz. Pueden pasar mil años antes de esa coincidencia corpórea.
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