jueves, 23 de junio de 2011

Las Cuatro Funciones Psicológicas Básicas

Carl Gustav Jung, médico, psiquiatra,psicoanalista y conocedor, entre otras muchas cosas de saberes milenarios como la Astrología, la Alquimia, el Tarot y la Cábala, además de autor de una numerosa y variada obra, describió y diferenció en su libro Teoría de la Personalidad, cuatro formas de conocimiento, a las que denominó funciones psícológicas básicas:
1
. Pensamiento 2. Sentimiento 3. Sensación 4. Intuición
Son todas ellas potencias humanas que nos sirven para captar experiencias y aprender, requisitos imprescindibles para evolucionar, transformarnos e individualizarnos, es decir: llegar a ser quien realmente somos y debemos ser, cumplir el verdadero destino por el que nos hemos encarnado y hemos llegado a la vida presente, sintiéndonos realmente como una expresión única de la divinidad de la que formamos parte, sin necesidad de alardes ni demostraciones, poniendo toda nuestra libertad, nuestra entrega, nuestra humildad y nuestra alegría en hacer lo que debemos hacer, puesto que, seamos o no conscientes de ello y lo admitamos o no, el Sí Mism@ Superior de cada cual ha elegido ese destino particular como un camino de evolución y de transformación por el que debemos transitar sin remedio, aunque siempre tenemos la posibilidad de hacerlo a nuestra manera, como nos parezca que es mejor, ya que el destino y el libre albedrío no sólo están estrechamente unidos y formando las dos caras de una misma moneda, sino que son también una y la misma cosa, aunque manifestada de dos maneras diferentes, puesto que la energía, cualquiera que ésta sea, sólo es una, expresada de miles de maneras para dar lugar a todo lo creado que, como no podría ser de otra manera, participa de todas sus cualidades y características.

Ese Sí Mism@ Superior es un centro amplio que abarca la totalidad de la psique, incluyendo tanto la parte consciente como la parte inconsciente de ella, ya que estos dos ámbitos psicológicos son interdependientes, motivo por el cual el bienestar de uno es imposible sin el bienestar del otro. Ambos deben colaborar entre sí y llevarnos hacia la plenitud, por lo que son igual de importantes y necesarios, de lo contrario no existirían, debiendo realizar y cumplir cada uno las funciones que le correspondan, motivo por el que ambos deben ser conocidos, es decir, deben hacerse conscientes antes de desarrollarlos y tomarlos como guía de nuestros actos y de nuestra vida.

Precisamente para ayudarnos a hacer todo lo que acabo de mencionar existen esas cuatro funciones psicológicas básicas, esas cuatro formas internas de trabajar con la realidad, tanto interior como exterior. Todas están presentes en todas las personas, aunque de diverso modo y en distinto grado, de manera que una de ellas, aquella para la que mostramos mejor aptitud innata es la dominante o, como diría el propio Jung: la función superior. Las capacidades que usamos como segunda y tercera alternativa son funciones auxiliares. Una cuarta permanece relativamente inconsciente, es la llamada función inferior. Veamos a continuación un poco más detalladamente las características de cada una y el tipo de persona a que dan lugar cuando trabajan como función superior, teniendo presente que los tipos exactamente puros no existen en ámbito alguno.
La sensación y la intuición son funciones irracionales, es decir, operan de forma espontánea y sin la intervención del pensamiento ni de la lógica, sirviendo para captar el mundo que nos rodea. El pensamiento y el sentimiento son, en cambio, funciones racionales, es decir, describen cómo evaluamos y ordenamos nuestra experiencia del mundo una vez ha sido captada por la sensación y la intuición.

El pensamiento y la sensación pueden agruparse, ya que el pensamiento analítico se basa principalmente en los datos procedentes del mundo exterior, percibidos y recibidos a través de los cinco sentidos corporales: vista,oído, olfato, gusto y tacto. Ambas funciones dan lugar a un conocimiento objetivo y que podemos percibir externamente.
La intuición y el sentimiento también pueden agruparse, ya que ambas funciones surgen desde dentro de la persona y no son completamente condicionadas por el medio sociocultural en el que nacemos, crecemos y vivimos. De igual manera, el conocimiento adquirido a través de la intuición y del sentimiento es subjetivo y personal, es decir, no podrá verificarse ni comprobarse objetiva y externamente.

Por lo tanto y teniendo en cuenta las similitudes entre las funciones que componen cada grupo, podemos hablar de dos facultades: pensamiento (incluye a las dos primeras) e intuición (incluye a las dos restantes).
La facultad de pensar opera y trabaja a través de la clasificación y la discriminación sistemáticas de los hechos y acontecimientos, que posteriormente se ordenan en ciertas pautas o patrones, según el tipo de lógica empleada, marcadamente distinto para personas diferentes. La facultad de la intuición, en cambio, proporciona y revela un conocimiento y una percepción inmediatos del funcionamiento de todo el sistema a considerar. La intuición es, sobre todo, la facultad humana de percibir directamente y conocer inmediatamente lo que rodea, trasciende o penetra a través de una acción más lenta del intelecto ligado a la lógica.

La ciencia, progresivamente, fue relegando la función intuitiva hasta arrinconarla, suponiendo que es únicamente un pensamiento prejuicioso y sesgado, matizado por los sentimientos personales y, como tal, subjetivo e imposible de cuantificar y medir. Sin embargo, la intuición es un tipo de percepción y de conocimiento plenamente consciente, mientras que el sentimiento emana de las raíces inconscientes. Dejar a la intuición fuera de la ciencia es un grave error que afecta en primer lugar a la ciencia misma, haciéndola menos rica, creativa y humana de lo que podría ser y, por extensión a cuanto se estudia y se crea bajo sus conceptos y perspectivas.

Las actividades imaginativas e intuitivas de la mente humana no son simples derivados del análisis y de la lógica dominada por los sentidos, por lo que las personas verdaderamente creativas no obtienen sus intuiciones instruyéndose en las instituciones sociales ni a través de pautas socioculturales. Es la función intuitiva humana la fuente primordial de todas las nuevas intuiciones y de la imaginación, la puerta a través de la cual conectamos con la inspiración, más libre y menos condicionada que el intelecto. Por lo tanto, mientras el intelecto puede revelar los secretos de la vida externa y de la manifestación de la materia, es la intuición la que revela y alumbra los secretos de la vida interior y el ámbito de la experiencia personal, ciertamente subjetiva e intransferible, aunque no por ello menos válida ni de menor calidad que la experiencia externa, colectiva y objetiva.

Veamos ahora las características principales de los tipos psicológicos a que da lugar cada una de estas funciones básicas:

1.
Persona intuitiva: Mundo de posibilidades futuras. No observa la realidad que le rodea, le interesa y ocupa poco lo presente, le agobian los detalles y delega en otras personas los asuntos prácticos. Se asemeja al elemento fuego.

2.
Persona sensitiva: Observa la realidad, las ideas y la parte práctica de ambas. Sus sensaciones están ligadas a la realidad cotidiana, observando minuciosamente lo que le rodea e interesándose por: quién, qué, cómo, cuándo,dónde, por qué y para qué. Se relaciona con el elemento tierra.

3.
Persona pensante: Organiza sus experiencias según categorías lógicas, ordenándolas de forma sistemática y buscando lo más adecuado para cada situación. Esto es propio del elemento aire.

4.
Persona que siente: Valora las cosas más de acuerdo con sus sentimientos que con lo que son en realidad, ayuda a l@s demás a sentirse cómod@s y desaconseja los comportamientos que siente como inapropiados para la ocasión de que se trate, con tacto y suavidad aunque, si hace falta, también puede ser firme e incluso severa. Así es y actúa el agua.

De cara a la individuación y a la plenitud a la que me referí al principio de este artículo, y sin olvidar que cada persona nace especialmente dotada con una de las cuatro funciones básicas, también debemos tener en cuenta y ocuparnos de trabajar las otras tres, puesto que todas son necesarias y tienen algo que aportar al hecho de convertirse en el ser individual y único que por derecho de nacimiento tenemos que ser y que, como cualquier otro derecho, lleva emparejado su correspondiente deber: asumir la responsabilidad de tomarnos como somos para, a continuación, empezar a conocernos, trabajarnos y transformarnos, en primer lugar por nuestro propio bien y, como consecuencia, por el bien de quienes nos rodean y del Universo en su conjunto, ya que todo está estrecha y perfectamente unido. Debido a esto, el exterior sólo será bello, amoroso, pacífico, fructífero, luminoso y sabio cuando antes hayamos desarrollado éstas y otras muchas cualidades en nuestro interior. Ahora estamos en un momento astrológicamente inmejorable para ello, en un kairós como dirían los griegos de la época clásica, así que ánimo y fuerza para aprovechar esta maravillosa oportunidad de convertir a nuestro planeta azul en el Paraíso Terrenal que está destinado a ser.

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