miércoles, 22 de junio de 2011

DIOSA AMATERASU

Un día el sol quiso crear un pueblo que fuera superior a los demás para que habitara las islas de Japón. Tomando uno de los propios rayos de sol formó una mujer: AMATERASU: DIOSA DE LA LUZ. El sol le dio el poder de ser diosa y madre de este nuevo pueblo. Para que no se sintiera sola crearon otro cortejo de dioses: la diosa AMENO-UZUME (diosa de la alegría), SUSANO (dios de la fuerza), la diosa AMENOMOTO…

El pueblo creado se fue extendiendo por las islas y era un pueblo que adoraba cada mañana la salida del sol: el culto al sol naciente del sintoísmo.

La diosa Amaterasu demostraba su belleza y potencial, irradiaba su luz y su vida al pueblo de Japón y su hermano Susano, dios de la fuerza y la tormenta, era invocado para movilizar las energías que se quedan estancadas. Se le conocía como el varón impetuoso, pues le gustaba moverse rápidamente y al hacerlo creaba el caos y ruido por donde pasaba.

Un día Susano decidió visitar a su hermana y tenía mucha prisa por llegar, a su paso asustaba a todos los seres vivos, que se escondían, provocaba relámpagos, truenos y tormentas.

La propia Amaterasu salió a recibirle con un arco, tomando así precauciones.

A su hermano le molestó que su hermana desconfiara de él, aún así la saludó cortésmente. Le propuso que crearan juntos a los dioses que en el futuro tendrían que gobernar la tierra. Amaterasu lo aceptó, cogió la espada de su hermano, la rompió en tres pedazos y durante varios días y varias noches estuvo masticando los trozos de la espada. Al cabo de varios días salieron tres dioses, exhalando de su boca la niebla.

Susano le pidió a su hermana un collar de cinco joyas y, después de masticarlas, exhaló una ligera niebla y surgieron de ella cinco dioses que superaban en fuerza a Susano. Él se jactó de su poder por haber creado a estos cinco dioses, pero ella dijo que habían salido de sus joyas. Él se enfadó muchisimo y lanzó su ira contra los campos de arroz y depositó fango y excrementos en sus templos. Él estaba atacando a todo cuanto la diosa había creado.

Aún así la diosa Amaterasu se compadeció de él, pues pensaba que su ira reflejaba su angustia interna. Esto consiguió que Susano se enfadara aún más, entonces mató y descuartizó un caballo (símbolo de la energía femenina) y lo arrojó al centro de una sala donde la diosa estaba tejiendo en un círculo de mujeres. Una de las mujeres se pinchó con una aguja con la que tejía y cayó muerta.

Amaterasu se sintió culpable, pues pensó que no había sido capaz de ver la situación con la claridad suficiente y demostrarle amor a Susano para que él no actuara así. Comienzó a sentir que su luz había quedado amortiguada y decidió apartarse del mundo en una gruta cuya entrada cubrió con una piedra.

Al quedar encerrada todo el mundo se sumió en la oscuridad. Transcurrió mucho tiempo y las islas de Japón se sumieron en total oscuridad. También se oscurecieron las almas de sus habitantes, pues estaban tristes y no sabían qué hacer.

El cortejo de Amaterasu pensó en una estratagema para hacerla salir de la cueva. Se internaron en el bosque hasta la gruta y juntaron varios ruiseñores para cantar al amanecer y colocaron un espejo a la entrada de la cueva. La diosa Amenozume( de la alegría) comenzó a bailar al ritmo de los pájaros. Los dioses y todo el cortejo que estaba en los bosques se quedaron admirados ante la hermosura del baile.

Entonces Amaterasu sintió deseos de saber qué pasaba y se fue acercando a la entrada de la gruta y, para ver mejor qué sucedía, corrió la piedra. Entonces uno de los dioses la retiró por completo. Al quedar libre la entrada se encontró con el espejo y su reflejo y se quedó maravillada de su propia luz, pues no la recordaba, fue en ese momento cuando se dio cuenta de que debía volver a su reino y no dejarse paralizar más.

El rey Susano pasó a reinar en los mares. La felicidad volvió a reinar para todos en las islas de Japón.

El nieto de Amaterasu, Jinmotenno ocupó el trono imperial y fue el primer Emperador de Japón. Como atributo de su realeza la diosa le entregó el espejo donde se miró al salir de la gruta, también le entregó la espada de Susano, con la que Susano mató después al dragón de ocho cabezas. Desde entonces estos objetos han sido conservados por los emperadores de Japón.

El espejo es el símbolo principal de la diosa. Simboliza el disco solar. Su superficie pura y limpia simboliza la presencia de Dios. Es como si en este espejo estuviese el centro del universo, lo refleja todo y todo se refleja en él. Es la fuente de la vida, de donde surge el elixir de la inmortalidad. Pone en contacto el cielo con la tierra.

El espejo divino está encerrado en un cofre y está oculto a la mirada de los hombres, guardado en el santuario de Ise, que es el centro espiritual de la diosa. El mensaje espiritual del espejo es que se encuentra en el interior de los hombres, que hay que descubrirlo y que cuando lo encontremos nos reflejaremos en él descubriendo nuestra esencia. Descubriremos que somos seres de luz y esto nos cambiará por completo.

El collar de la diosa, compuesto por pequeños cristales de cuarzo, representa el elixir de la inmortalidad. Los cuarzos son los tesoros que el cielo ha depositado en la tierra.

Con la espada de luz Susano mata al dragón eliminando lo que no es necesario.

Cuando Amaterasu crea a los dioses de la espada toma ese elemento masculino para realizar su creación, y al revés Susano crea a los dioses con las joyas. Así confluyen ambas energías masculina y femenina.

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